Mitos y Leyendas
Nuestros padres y antepasados, quienes hicieron a los
hombres, dijeron esto antes de que los cerros y los valles fueran habitados:
Cuando solamente vivían conejos y pájaros en la tierra, los antepasados de
Tulán, Gagavitz y Zactecauh, tomaron posesión de los cerros y planicies.
Contaban que venimos del otro lado del mar, de la tierra de Tulán, donde fuimos
concebidos y nacimos. De las cuatro direcciones vinieron los hombres de Tulán.
Un Tulán está situado en donde sale el sol, otro está en el reino de los
muertos, otro en donde se pone el sol, y el cuarto donde está dios. Así hubo
cuatro lugares llamados Tulán. Nosotros venimos del situado en donde se pone el
sol, que está al otro lado del mar. En ese Tulán fuimos concebidos y ahí
nacimos.
Primero nació la piedra de obsidiana, por el
inframundo del color verde y amarillo, y entonces el creador hizo al hombre
para alimentar a la piedra de obsidiana. Cuando se hizo al hombre por primera
vez, se hizo con madera y con hojas, pero solamente la tierra servía para su
creación. Estos antepasados no hablaban y tampoco caminaban; les faltaba sanare
y carne. Solamente después se encontró algo apropiado para hacer a los hombres.
El cuervo y el coyote sabían que existía un lugar llamado Paxil en donde había
maíz. El maíz estaba en los excrementos del coyote entonces los antepasados
mataron al coyote y le abrieron el intestino para recuperar el maíz. El colibrí
ayudó a buscar algo con qué amasar y consiguió sanare de serpiente para amasar
el maíz con ella; así se formó la carne del hombre. Sabio el creador que hizo
así a los primeros humanos. Según cuentan, al principio eran catorce hombres y
catorce mujeres. Todos tenían cabeza, sabían hablar y sabían caminar. Estaban
hechos de sanare y carne. Todos se casaron y uno de los hombres tenía dos
esposas. Hombres y mujeres se unieron para tener hijos e hijas, que fueron los
primeros hombres.
Así se creó el hombre y así fue como se hizo la piedra
de obsidiana. Para ese momento, seguía cerrada la puerta de Tulán, de donde
vinimos. Un murciélago cerraba la puerta de Tulán donde fuimos concebidos y
donde nacimos, todavía en tiempos de oscuridad. Eso dijeron Gagavitz y
Zactecauh, y lo que contaron no ha sido olvidado porque ellos eran los más
grandes, y porque sus palabras dieron origen al inicio de los tiempos del
hombre.
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